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  • Foto del escritorKrenCurls

Garosa

Actualizado: 15 jun 2023


Nina bailaba al ritmo de la música, lo estaba disfrutando, sus movimientos eran muy sensuales estaba extasiada. Juanjo llevaba un rato observándola desde la mesa sin parpadear. Nina le atraía desde hace algún tiempo ya y esa noche lo estaba enloqueciendo con su forma de moverse, que junto al corpiño que llevaba puesto la hacían ver realmente sexy.


El bar estaba a reventar, pero esto no fue impedimento para que Nina notara que Juanjo la observaba y sin pensarlo le hizo un giño invitándolo a que fuera a la pista con ella. Él se puso en pie acomodándose la entrepierna dirigiéndose a la pista, acercó su cuerpo al de ella siguiendo el ritmo de la música perdido en sus movimientos. Se acercó un poco más y en un movimiento rápido chupó su oreja. Nina se estremeció y entre risas sensuales lo miró y siguió bailando. Él también se sonrió y repentinamente empezó a tener una erección, el solo hecho de que Nina lo mirara de esa forma se le ponía dura.


Él la deseaba demasiado, quería sexo con ella desde hace mucho tiempo. La atracción hacia Nina era netamente sexual, solía masturbarse pensando en ella, en sus ricas tetas y su enorme culo. Muchas veces se había imaginado como sería su primer encuentro sexual y de solo pensar que tal vez esa noche podría suceder le sudaban las manos.


El trago se estaba acabando. Nina se ofreció ir a la barra por más y a medida que se acercaba, se percató de lo guapísimo que estaba el barman y mordiéndose los labios le dijo:


—Hola, necesito más trago para la mesa cuatro —Al tiempo que lo miraba seductoramente.


Él le correspondió clavándose en sus sensuales ojos desvistiéndola con la mirada. La chispa entre ambos fue evidente. Nina sintió una descarga por todo el cuerpo que le hizo mojar la entrepierna. Lo miró lujuriosamente y él la condujo al cuarto de depósito detrás de la barra, en donde se hallaron solos. Se miraron libidinosamente y se comieron los labios en el más sexual e intenso beso manoseándose todo el cuerpo por encima de la ropa.


Él alcanzó a palpar la entrepierna de ella completamente húmeda e introdujo suave pero intensamente su dedo medio en su vagina. Ella jadeo y se meneo un poco mientras se miraban de manera penetrante. Él sacó su dedo y lo chupo. Ella le dio una sonrisa pícara y retorcida, lo tomó del cuello y lo volvió a besar intensamente.


Él fue deslizándose hacía su cuello mientras ella gemía con los ojos cerrados. Las manos inquietas del barman le desabrocharon los shorts, que escurrió de forma salvaje por sus apetitosos muslos arrojándolos hacia una esquina deshaciéndose rápidamente de sus bragas, quedando completamente libre. El barman se saboreó, le agarró morbosamente las nalgas levantándola y sentándola sobre la mesa de despacho.


Bajó llevando su boca hacía el mojado y rozagante coño de Nina. Empezó a lamerlo. Estaba empapada, le introducía la lengua en su chorreado coño palpando su clítoris duro y erecto. Nina ponía su mano muy excitada sobre el cabello de él.


—¡Aaah…Aaah! —decía entre gemidos arqueándose de placer.


Él barman deslizaba su lengua de arriba abajo por su mojado coño, le chupaba y halaba el clítoris masturbándolo con su lengua al tiempo que ella vibraba. La lamía en el punto exacto en donde ella estallaba haciendo su gemido más intenso y desinhibido. Se corría de forma deliciosa. Su orgasmo era majestuoso. Él no se detuvo hasta que ella fue bajando su intensidad y culminó mirándolo agitada.


—Que rica estas —dijo él dándole un beso en el muslo poniéndose de pie.


Salieron del lugar y el barman le despacho los tragos guiñándole el ojo, pasándole un trozo de servilleta con una nota, que ella ágilmente guardo en su bolsillo.


Nina volvió con los tragos a la mesa. Sus amigos esperaban impacientes. Juanjo notó que lucía diferente. Tenía una actitud tan sexual, diferente a cuando llegaron al bar. Se preguntó si la demora con los tragos tenía que ver con si había cogido con algún tipo en ese momento, este pensamiento lo excito e inmediatamente la sacó a la pista.


Ella empezó a moverse de una manera muy erótica haciendo que él acercara su cuerpo al de ella, tomándola de las caderas, juntando su pene al culo de ella. Ella se pegó aún más a él recostando su cabeza en su hombro sonriéndole extasiada. Él notó que ella estaba excitada y de forma sutil lamió su cuello, percibiendo que Nina olía a sexo. Cosa que lo encendió.


La canción finalizó y entre risas volvieron a la mesa pero Juanjo enloquecía de ganas. El tiempo transcurrió y se hizo el momento de partir, todos los chicos empezaron a salir. Nina le dijo a Juanjo:


—Ven con migo, acompáñame a mi casa y luego tú sigues a la tuya.


Juanjo no lo podía creer, asintió rápidamente y juntos tomaron un taxi. Al instante Nina se lanzó sobre él besándolo intensamente. Él se aferró a ella besándola también.


Al llegar bajaron apresurados del vehículo, se comían a besos, hicieron una pausa improvisada mientras Nina abría la puerta. Entraron sin vacilar mientras se manoseaban. Ella estaba empapada y él lo saboreaba. Nina le tomo la mano introduciéndola bajo sus bragas, sintiéndola deliciosa


—¡Que rica! —exclamó él en un suspiro


Se tumbaron en el sofá y él le sacó sus shorts. Nina le saco la camisa con mirada lujuriosa saboreando su pecho. Juanjo era tan semental y ella no lo había notado. Deslizó sus manos suavemente por su pecho hasta llegar a su pantalón que zafo con urgencia hallando se enorme pene duro y erecto. Estaba tan mojado.


Ella se mordió los labios saboreando tal espectáculo. Le bajó el bóxer y empezó a chupársela. Él jadeaba arqueando la cabeza. Las mamadas de Nina eran exquisitas. La forma en que se lo hacía era extraordinaria. Hacía un buen tiempo que ninguna mujer le practicaba sexo oral de esa manera, realmente lo estaba disfrutando.


La sujetó del cabello como controlando sus movimientos perdiéndose en ella. Lo llevaba al cielo. Se sentía completamente excitado. Nina lo miraba lujuriosamente mientras introducía su pene hasta lo profundo de su garganta. Juanjo estaba extasiado, realmente no podía creer que por fin estuviera sucediendo. El ángulo que tenía de ella en esa posición era extraordinario, había imaginado tanto este momento que realmente parecía una locura.


Con una de sus manos le bajó el corpiño. Sus ojos se clavaron en las deliciosas y perfectas tetas de ella. Las agarro y estrujo morbosamente con ambas manos palpando su pezón erizado. Nina no se detenía. Introducía su verga hasta su garganta y volvía a sacarla produciendo un chapoteo exquisito. Trepó hasta sus labios y con ambas manos él se aferró al rostro de ella comiéndole sus carnosos labios. Se besaban intensamente. Se mordían y chupaban los labios.


Juanjo se fue deslizando por el cuello de ella lamiéndolo y chupándolo exquisitamente. Le quitó las bragas deslizando sus dedos hacía su vagina, introduciendo su dedo medio en ella. Estaba empapada. La tomó de las caderas y la halo hacia su erecta verga rociándole el coño con ella. La tumbó sobre la alfombra. Admiró a su diosa que se meneaba con tal sexualidad al instante que se inclinaba hacía sus senos. Los agarro firmemente y empezó a chupar sus erizados pezones. Las tetas de Nina eran exquisitas, grandes y jugosas. Las apretujó besándolas salvajemente.


Nina gemía excitada, estaba recibiendo un placer demencial. Juanjo se embriagaba en sus tetas, le chupaba ambas una y otra vez al tiempo que Nina entrelazaba los dedos en el cabello de él. La sujetó firmemente de la cadera haciendo que ella se girara, quedando en la posición exacta en donde deleitaba su enorme culo, que apretó y lamió con lujuria.


Nina arqueó aún más su cadera dejando que Juanjo viera completamente su mojado y rozagante coño. Él no dudó un segundo en llevar su lengua y perderse nuevamente en ella. Le palpaba con la lengua su clítoris duro y erecto al tiempo que le introducía el dedo medio en el culo. Haciendo que ella estallara.


Juanjo se sentía completamente excitado, estaba completamente impregnado del olor de esa mujer, que lo traía loco. Ella gemía extasiada al tiempo que balanceaba su cadera de arriba abajo.


—¡Metemelaa! —dijo ella entre gemidos desesperados.


Él no la hizo esperar y poniéndose de rodillas la penetró. Nina emitió un gemido al sentir como Juanjo la envestía. Él estaba completamente perdido en ella, había anhelado por tanto tiempo coger con ella, penetrarla y fallársela como nadie jamás lo haría.


La penetraba una y otra vez exhalando en cada entrada, al tiempo que la miraba tan desinhibida siendo una puta para él. El palmoteo que se producía en cada vaivén era completamente exquisito, el coño de ella hervía al igual que su verga, sintiendo que estallaría.


Nina se empezó a sentir fuera de sí, estallando. Se corrió produciendo un gemido ensordecedor que Juanjo disfrutaba. Se chorreó intensamente, y sin dudarlo él bajó a su entrepierna y se mojó en ella, impregnándose de su olor.


—Vengo yo — dijo entre dientes excitado, mirándola como un depravado.


Se apoyó en sus rodillas a la altura de los senos de ella. Los agarró metiendo su verga en medio masturbándose. Jadeando empezó a llegar sobre ella. Chorreándose vigorosamente sobre sus deliciosas y enormes tetas. Se tumbó al lado de ella exhalando exhausto. Sus miradas se volvieron a cruzar entrelazando sus cuerpos hastiados de sexo.


Más tarde, los ruidos de las bocinas en la calle sorprendieron a Nina. De a poco fue despertando dándose cuenta que ya había amanecido. Hacía un sol hermoso que pronosticaba un día caluroso y enérgico. Juanjo aún dormía plácidamente. Nina se levantó y se puso un blusón que sacó de su recamara. Tomó las prendas de vestir que había usado la noche anterior y al revisarlas halló en uno de los bolsillos de sus shorts un trozo de servilleta en el que estaba anotado el número telefónico del barman.


Recordó que la noche anterior después de su intenso encuentro, él le había pasado un trozo de servilleta que ella ágilmente había guardado en sus short, sintiendo al instante un cosquilleó en el estómago que la hizo sonreír. Sabiendo con certeza cuál sería su plan del próximo sábado en la noche.


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