Me enrosco en su cintura y él me carga en sus brazos sentándome sobre el tocador, me mira de forma lasciva mientras separa mis muslos con furia, roza con las yemas de sus dedos mi pequeña y rosada protuberancia mientras se introduce en mi boca, atravesándome con su lengua.
Me masturba suave y fuerte a la vez hasta hacerme empapar de placer, y como hambriento depravado, se deleita en el manjar que hay entre mis piernas.
Come chupando y halando cada parte de mi sexo, introduciendo de forma depravada su lengua en mi coño mientras me mira lujurioso.
Mis tetas desnudas erizan sus pezones tentándolo, invitándolo a que las explore con sus manos. Sujeta y aprieta uno de mis senos, sin dejar de comer mi sexo, y yo aprieto el otro mientras arqueo mi espalda gimiendo extasiada.
Mis muslos temblorosos dan cuenta de mi orgasmo al tiempo que mi garganta se desahoga en un grito de placentera cadencia. Se introduce en el charco que acaba de dejar mi squirt cósmico, y yo succiono su falo al sentir su olor a macho sobre mi cuerpo.
Nos meneamos al mismo compás, jadeando junto en cada vaivén. Su espesa barba se refugia en mi mejilla y ahora su lengua moja mi oreja.
Aprieto sus nalgas con mis manos haciendo que se hunda más en mÃ, luego acaricio su espalda e introduzco mis dedos en su cabellera mientras gimo suavemente en su oreja.
Los golpes secos de la madera anuncian su estallido seminal que explota en mi entrepierna, haciendo que gritemos sórdida-mente hasta terminar cansados de tanto empujar el uno dentro del otro.
La cortina traslucida nos permite ver el amanecer que comienza a asomarse ante nosotros, como si celebrara y fuera testigo de nuestro gozo.
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