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  • Foto del escritorKrenCurls

Fetiches y Otras Fantasías

Actualizado: 15 jun 2023



La jornada de un nuevo día llegaba a su fin. Diego volvía a casa anhelando tremendamente una rica ducha, y para su fortuna, Pilar lo estaba esperando en la bañera en un sensual y relajante baño espumoso.


—¡Que rica sorpresa! —exclamó él.


Ella le sonrió pícaramente extendiendo su brazo y halándolo de la corbata. Empezó a desabrochar su camisa de a poco, mientras lo miraba intensamente. Diego se sacó el cinturón y zafó su pantalón con urgencia y ella se lo bajó despiadadamente metiéndolo a la bañera. Lo empezó a besar con locura, él le correspondía, descendiendo por su cuello devorándola.


Ella empezó a besarle el pecho, bajando suavemente hasta llegar a su miembro, que agarró y empezó a chupar con lujuria. Él la miraba encantado viendo como ella le mamaba la verga, justo ahí, bajo la regadera. Dejando que el agua corriera por su cara sutilmente levantada. La sujetó del cabello fuertemente ocasionando que los sonidos guturales se hicieran más agudos, haciendo que él jadeara aceleradamente.


—Quiero que llegues dentro de mí —dijo ella intrépidamente deteniendo sus movimientos.

Él la miró fascinado acariciando sus carnosos labios, lanzándose sobre ella, besándola salvajemente. La hizo recostar a un costado de la bañera deslizándose por su entrepierna, acariciando y masturbando su clítoris deliciosamente.


—¡Baja por favooor! —dijo ella sutilmente entre gemidos.


La tomó en sus brazos y ella envolvió sus piernas a las caderas de él, y entre besos apasionados salieron de la bañera. La recostó sobre el pequeño somier que había en la habitación acariciando sus muslos, separándoselos bruscamente y sin pudor alguno, enterró su cara en el coño de ella, haciéndola vibrar y menear las caderas.


—¡Aaah! —gimió entre dientes.


Diego la lamía y la chupaba como un depravado haciendo que ella volviera a gemir intensamente, sintiendo como la lengua de él la hacía estallar en su pelvis, retorciendo su cuerpo lujurioso en ese pequeño somier. Descendió besando sus muslos hasta llegar a sus pies, chupando y lamiendo sus dedos deliciosamente. La agarró fuerte de la cintura, haciendo que se volteara, mientras la manoseaba morbosamente.


Empezó a besarle la espalda descendiendo hasta sus nalgas que mordisqueó con lujuria, separándoselas, enterrando su cara en ellas. Pilar jadeaba al sentir como la lengua traviesa de Diego la lamía, justo ahí, en su pequeño agujero. Un suspiro intenso se le escapó de su boca cuándo él la penetró:


—¡Aaah! —exclamó al sentirlo adentro, arqueando su espalda de forma físicamente posible.

Él se acercó a su oreja lamiéndola, diciendo entre susurros:


—¿Te gusta?


—Me encanta. —respondió ella entre gemidos.


Diego empezó a penetrarla con más fuerza, sus movimientos fueron cambiando de suaves a rudos, haciendo que sus bolas chocaran contra los labios vaginales de ella poniéndola más cachonda. Ella sentía que la estaba desgarrando, pero eso la excitaba más, haciendo que gimiera intensamente. El apretado culo de Pilar hacía que Diego llegara como nunca antes, llenándola de su leche hasta terminar exhausto.


—¡Carajo! —exclamó, estuvo de puta madre.


Le dio un beso en la espalda recostándose junto a ella. Pilar se giró quedando de medio lado acariciando suavemente el pecho de Diego, que aún se movía acelerado a causa de su agitada respiración. Él puso su mano sobre la muñeca de ella sintiendo la sedosidad y humedad de su piel, que le resultaba tan adictiva, que era como si lo llamara a perderse en ella una vez más.


Repentinamente empezó a sentir como su cuerpo volvía a reaccionar a los encantos de Pilar, lanzándose sobre ella, besándola con lujuria. Ella reaccionó excitada envolviendo sus piernas en las caderas de él, y él envolvió sus brazos en el dorso de ella levantándola y sentándola en el borde de la ventana. Se aferró a los muslos de ella y la penetró.


—¡Aaah! —Exhalaron ambos, mientras se meneaban.


Las jugosas tetas de ella lo llamaban, fue directamente hacia ellas tomando un pezón lamiéndolo en círculo con su lengua succionándolo, apretaba el otro pezón y repetía sus movimientos. Pilar arqueaba su espalda placenteramente y él se envolvía en ella saboreando cada centímetro de su piel.


Volvieron a besarse ferozmente, entrelazaron sus manos llevados por el placer, y en un movimiento brusco y sensual la obligó a alzar los brazos al tiempo que con una de sus manos le sujetaba fuerte las muñecas, apoyándolas en el vidrio. Con su otra mano le acariciaba los labios al tiempo que ella le chupaba el pulgar moviendo su cadera de adentro hacia afuera, haciendo que él la penetrara con más furia palmoteando en cada vaivén. Él la sujetaba del cuello y volvía a acariciar sus sensuales labios. Se la follaba como un desquiciado.


—¡Aaah…aaah…aaah! —gemía ella sórdidamente.


Haciendo que él se hundiera en ella con furor corriéndose agitado. Sus miradas se redescubrían una vez más con tal complicidad y agitación provocando que sus almas se conectaran, sintiendo la vibración del otro en su propia carne. Era algo majestuoso, solemne, en donde disfrutaban el uno del otro hasta saciarse y sus agitados cuerpos entrelazados ponían fin a su magnífico encuentro.


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