Lola entrelazaba los dedos en su cabellera apretando con su otra mano su pezón, que caÃa de forma natural de uno de sus senos desnudos, mientras gemÃa meneando sus caderas. Sus muslos temblorosos atestiguaban el goce que producÃa Dante con su lengua traviesa en ella. La tenÃa empapada lamiendo cada centÃmetro de su sexo. Su vagina rozagante y mojada se bañaba en su propio jugo. Él dejaba escapar pequeños jadeos al tiempo que le chupaba todo el coño con su boca. También lo estaba disfrutando.
Cada vez que cogÃa con ella se sumergÃa en otra dimensión. Con su lengua jugueteaba con el erguido clÃtoris de ella, que yacÃa ya listo para dejarse llevar en ese torbellino de fluidos orgásmicos.
Ella estaba lista para ser penetrada y él no se hacÃa esperar. La volteó salvajemente apretando sus nalgas. Enterró su erecto pene en ella, en su sexo empapado que lo seducÃa.
—¡Aaah! —gimió ella de placer.
Estaba tan húmeda, que hacÃa que él se resbalara fácilmente en el vértice de su entrepierna. Haciéndole explotar la cabeza de tan intenso placer.
Él estallaba gimiendo a ojos cerrados, saciando su virilidad en ella. Algunas salpicaduras de semen escapaban del coño de ella, mientras su verga entraba y salÃa. Dando cuenta del jugoso goce orgásmico de ambos.
Se desplomaron sobre la cama, agitados y sudados. Ella yacÃa boca abajo mirándolo picara e intensamente con una sonrisa retorcida, mientras él acariciaba su espalda jugueteando con su pelo. La piel de ella era tan sedosa y suave que cada caricia resultaba casi afrodisiaca para él. Ella giró un poco su cuerpo dejando ver su armoniosa silueta y la perfecta curvatura de sus senos. Él deslizó los dedos por la curvatura de su cadera hasta llegar a sus pezones erizados, que masajeó con su pulgar al tiempo que sus miradas se fundÃan entre sÃ.
Empezó a sentir como nuevamente su verga se endurecÃa. Ella al notarlo, empezó a acariciarla suavemente. Sus labios se juntaron y sus lenguas se entrelazaron subiendo nuevamente la intensidad del momento.
Él chupó uno de sus pezones y ella gimió suavemente. Descendió hacia la erguida verga de él y empezó a succionarla suavemente. Él la sujetó algo fuerte del cabello mirándola con lujuria. Obligándola a ponerse de rodillas sin que se detuviera. Él empezó a moverse con mayor intensidad.
Se masturbaba en la boca de ella «Mfmffm… Mfmffm».
Ella sentÃa como la punta del pene de él chocaba fuertemente contra su garganta, excitándose. Él fue intensificando sus movimientos de caderas, mientras apoyaba una de sus manos en la pared. Miraba completamente extasiado como ella se lo hacÃa con empeño. Puso su mano sobre la cabeza de ella obligándola a que aumentara el ritmo de sus movimientos, controlándolos. Provocando que el sonido gutural se hiciera más intenso, jadeando en cada mamada.
Segundos después ella empezó a sentir como los chorros de semen alcanzaban su garganta. Tragándolos. Deleitando su sabor, mientras él exhalaba entre gemidos. Un poco de semen escapó de su boca, dando la impresión de que no habÃa tragado nada. Como si él no conociera el grosor de sus corridas.
Ella lo miraba desenfrenadamente al tiempo que limpiaba el exceso de lÃquido de la comisura de sus labios.
—¡Aún no he terminado! —exclamó él con mirada intimidante.
Acariciando su cabello, la obligó a que introdujera una vez más su erecto pene en su boca. Haciendo que las horas de sexo en ese cuarto de aquel viejo motel fueran interminables.
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