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  • Foto del escritorKrenCurls

Desconocidos

Actualizado: 15 jun 2023


El concierto de electrónica era increíble, la playa estaba a reventar y el ambiente que se respiraba era contagioso. Valentina estaba eufórica y algo sedienta, así que decidió ir por una soda, cuando sin notarlo, tropezó con un chico. Al instante, sus miradas se cruzaron y la vibra que sintió en todo su cuerpo fue inminente, sus dedos se entrelazaron un poco como tocándose pudorosamente. Fue ahí que supieron que debían alejarse del tumulto e ir a un lugar más privado donde solo existiera el lenguaje de sus miradas y nada les perturbara.


Se refugiaron en las enormes rocas que tenían lugar en la playa. A lo lejos se alcanzaba a escuchar las melodías del magnífico concierto, pero ellos estaban hipnotizados el uno en el otro, poco o nada importaba el ruido del exterior, entonces él la recostó sobre una de las rocas, ella se dejó llevar y en un juego de miradas sus lenguas se entrelazaron apasionadamente.


Los dedos de él se deslizaron dentro de la blusa de ella, jugueteando, friccionando sus pezones. Ella le zafó el pantalón manoseando su duro pene y estrujando sus nalgas. El beso empezó a ser más intenso, se mordían los labios. Ella le bajó el pantalón y él se deshizo de su blusa bajando morbosamente a sus senos, que empezó a besar despiadadamente al tiempo que ella dejaba escapar gemidos placenteros. Cosa que a él lo encendía aún más.


Ella le sujetó la cabeza como indicándole que siguiera entre sus tetas. Él obedeció, se perdió en sus jugosos pezones erizados y duros de placer. Ella gemía al tiempo que arqueaba su espalda. Él tomó sus tetas y empezó a succionarlas más intensamente, tomaba la una y la otra casi de forma simultánea, halaba y mordía los pezones morbosa y exquisitamente. Subió a su cuello y empezó a besarla, ella se retorcía, le masturbaba el pene al tiempo que lo frotaba contra su tanga.


Sus labios se volvieron a encontrar y ella descendió hacía la enorme y semental verga de su hombre, la introdujo en su boca y la empujo hacía su garganta y nuevamente hacía afuera. Repetía estos movimientos de forma intensa y salvaje, al tanto que él arqueaba su cabeza jadeando excitado, aún de rodillas, ella levantó su rostro y se volvieron a mirar de forma seductora tumbándose sobre la arena. Él le tomo los muslos y se los separó, se deshizo de su tanga hallando su rozagante y mojado coño, sin dudarlo, se sumergió en él. Ella estaba empapada. Él se perdía en sus deliciosos fluidos, era como un manjar, se saciaba en ella, introducía sus dedos y los lamía, ya no aguantaba más quería penetrarla.


Fue ahí, cuándo ella le dijo con voz ahogada y seductora:


—¡Entra yaa! —Mirándolo libidinosamente.


Él no lo dudo un segundo e introdujo su verga en ella. Se sumergieron en el placer absoluto, sus cuerpos se movían al mismo compás. Se estaban saciando el uno en el otro. Él se apoyó sobre sus rodillas y ella lo envolvió entre sus piernas perdiéndose una vez más en sus miradas, entrelazando sus lenguas. Ella arqueó su cabeza y él volvió a chupar uno de sus pezones haciendo sus movimientos más intensos.


Empezaron a gemir desinhibidos, estaban llegando y el estallido de sus orgasmos se mezclaba con las melodías del concierto de electrónica. El gemido empezó a ser cada vez más sutil, hasta desaparecer. Valentina tomó un suspiro mirando al mar, mientras pensaba en lo fabuloso que había sido estar en dicho concierto y la experiencia sexual inolvidable que éste le había dejado.


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